"- ¡Creo que
tienes una idea equivocada de mí! -grité nervioso. El corazón me iba a mil por hora, y las palabras se amontonaban nerviosas en mi boca, deseosas de salir - ¡En ningún momento te he dado a entender que
esté enamorado de ti! ¡De hecho, no hay manera de que me enamore de ti! - "Hola, sangre, estaría estupendo que dejaras de acumularte en mi cara, eso haría más realista lo que estoy diciendo". Estúpido organismo, estúpido cuerpo y estúpido, estúpido yo.
Su rostro inquebrantable mostraba una seguridad casi indecente, que conseguía hasta ofenderme. Exhaló una gran calada a su cigarrillo y, con toda la serenidad del mundo, me dijo:
-No me lo
creo
Dios, ¡este
tío me saca de quicio! ¡Esto no es amor, no es amor, no es amor!!"
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