¿No os pasa? Cuando os veis amenazados, cuando creéis que
alguien trata de jugar con vosotros, con el pequeño niño asustado que todos
escondemos en alguna parte de nuestro interior, ¿no os invade una profunda,
desoladora y agonizante sensación de soledad?
No se vosotros, pero
yo trato de ocultarla con orgullo, con rabia, con fiereza, con fuerza. Con
miedo. ¡Hasta se me nubla la vista y todo lo veo más rojo, si!
Quizás sea por
la concentración de sangre en la cabeza, quién sabe. De este tipo de cosas no
se mucho.
Luchas, te proteges y atacas sin piedad. El Cid Campeador es
Heidi a tu lado, y recoge margaritas de las colinas. Nada ni nadie te tocará,
nada ni nadie te hará daño, te dices. Aprende a valorar quién soy. Valgo más de
lo que tú estás demostrándome.
De esta forma, alejas a todo el que te hace daño. Es efectivo
durante el momento, y la agresividad ayuda a sobrellevar la tristeza. Pero nada
es eterno, y con la misma rapidez con la que la rabia viene, se va. Quién te
hacía daño se ha desvanecido (quizás por miedo, por orgullo, o por
indiferencia); y al final te quedas tú, con ese niño agarrándote del cuello,
solo. Muy solo. Y esa sensación dura un poquito más que el enfado.
Algunos te dirán que eres un exagerado, que maquinas de mala
manera. Yo lo llamo “ser prevenido”. Ya que te van a dar la patada, primero
hazlo tú, ¿no?
Pero la conciencia y el conglomerado enfermo y enajenado de
gente que te rodea va a tratar de hacerte cambiar de opinión, de ver las cosas
desde otro ángulo. Te obligarán a reprimir esas ganas de meterles el cartabón
por el culo a todos y a verlo todo con una cara más feliz; incluso quizás te
pidan que te rías. “Sonría, por favor”. Sonreiré cuando vea tu culo empalado a un palo, estúpido trozo de carne.
Tú no te preocupes, yo te entiendo;
mándalos a freír espárragos, es lo que quieren y lo que están buscando. Lo
sabes, lo sé y lo saben.
¿Quieres una frase épica? De estas cutres que ponen en
fotografías de tumblr y que las modernas postean en sus redes sociales: está
bien no estar bien. No hay nada de malo en estar triste, en sentirte
decepcionado, en pensar que estás solo. Recréate en la melancolía todo el
tiempo que necesites, ¡es gratis! Y es dulce. Porque sabes que llegará el día
en el que no la necesites, en el que estarás bien. Pero mientras tanto, tómate
tu tiempo, porque tú también mereces estar ocupado.